- Tablita para cortar
- Alfombra para baño
- Sartén para tortillas
- Parlantes
- Ordenador de ducha
- Lamparitas de luz
- Lavarropas
- Repasadores nuevos
...menos mal que existe Mastercard
martes, 27 de julio de 2010
viernes, 16 de julio de 2010
Orlando, Florida (casi Moon-rock)
Pasaron unos meses de mi vida como vecina de Florida.
Mudanza, pintura, arreglos varios y alguna tristeza.
La casa es increíblemente mágica y calentita.
Siempre tenemos la mesa del comedor hecha un quilombo, con todo tipo de resabios, que afortunadamente el D. se ocupa de limpiar cuando nos visita.
Con el lavarropas nuevo terminamos de ser felices. S. se da los gustos de ordenar la ropa por colores y de hacer cuantos lavados sean posibles. Intuyo que ahora lo disfruta más, porque se me fue la fobia (o me agarró la pereza de lavar a mano) y marcho todo al lavarropas, y como consecuencia hay más cantidad.
El tender se instaló en el pasillo, pero por lo menos logramos deshacernos de bolsas que tuvimos como parásitos por semanas.
El cancherito que nos deja elementos misteriosos en la basura sigue siendo una incógnita, pero hace mucho que no sabemos de él. Quizás flashó con otro canasto. Es bueno no tener que ocuparnos de lentejas y albóndigas en jugosos y sospechosos envases plásticos, guantes de látex, botellas y ropa ajena.
El inquilino R., que últimamente ya no era tan inquilino, se quedó a dormir ayer y para no sentirse lejos de sus compañeros desplegó colchón al piso pegado a la estufa con O-girl ocupado el 80% del mismo. Quiero que vuelvan los viernes de fuet y birrita.
La terraza es un hitazo, pero con la visita del invierno cuesta acordarme de ella.
Igual, por lejos, lo mejor de la casa es mi roomie y amiga S. Pura dulzura, ternura y alegría con sus mates vespertinos.
Mudanza, pintura, arreglos varios y alguna tristeza.
La casa es increíblemente mágica y calentita.
Siempre tenemos la mesa del comedor hecha un quilombo, con todo tipo de resabios, que afortunadamente el D. se ocupa de limpiar cuando nos visita.
Con el lavarropas nuevo terminamos de ser felices. S. se da los gustos de ordenar la ropa por colores y de hacer cuantos lavados sean posibles. Intuyo que ahora lo disfruta más, porque se me fue la fobia (o me agarró la pereza de lavar a mano) y marcho todo al lavarropas, y como consecuencia hay más cantidad.
El tender se instaló en el pasillo, pero por lo menos logramos deshacernos de bolsas que tuvimos como parásitos por semanas.
El cancherito que nos deja elementos misteriosos en la basura sigue siendo una incógnita, pero hace mucho que no sabemos de él. Quizás flashó con otro canasto. Es bueno no tener que ocuparnos de lentejas y albóndigas en jugosos y sospechosos envases plásticos, guantes de látex, botellas y ropa ajena.
El inquilino R., que últimamente ya no era tan inquilino, se quedó a dormir ayer y para no sentirse lejos de sus compañeros desplegó colchón al piso pegado a la estufa con O-girl ocupado el 80% del mismo. Quiero que vuelvan los viernes de fuet y birrita.
La terraza es un hitazo, pero con la visita del invierno cuesta acordarme de ella.
Igual, por lejos, lo mejor de la casa es mi roomie y amiga S. Pura dulzura, ternura y alegría con sus mates vespertinos.
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