viernes, 11 de diciembre de 2009

Decorado de dientes amarillos

Sus pasos lentos y pesados desparraman desgracias y miserias. Al costado, los soldados le sonríen con una pierna herida.
Bolsillos inundados de papeles verdes y manos ásperas, lo acarician.
Alrededor de su pequeña imagen, la neblina se confunde con el humo de sus viejos pulmones.
No hay mates, ni crucigramas o ravioles de domingo.
Sus manos lo abandonan, o él las deja ir.
Con un ojo abierto y pantalones cortos esboza órdenes contradictorias, que se pierden en la náusea de algún día negro que deja sordos a las víctimas.
Se mira y no se reconoce, se teme a sí mismo. Pero las batallas siempre ofrecen treguas irresistibles y él quiere ser el rey.
Si afloja, muere. Y sobreviven los soldados.
De a poco, se aleja más lejos. Rengueando y exigiendo ayuda, mientras las cenizas caen en la alfombra roja.

1 comentario:

  1. FORMIDABLE.
    No tengo palabras!!! Más exacto imposible. Te felicito!

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