A ver, cómo es?
a) no hay 2 sin 3
b) la tercera es la vencida
viernes, 26 de junio de 2009
miércoles, 24 de junio de 2009
24 de junio
Qué bueno es haberte conocido y estar conociéndote.
Que tengas un día explosivamente alegre, y lleno de colores.
Sos mi criatura preferida.-
Lo demás ya lo sabés
Que tengas un día explosivamente alegre, y lleno de colores.
Sos mi criatura preferida.-
Lo demás ya lo sabés
martes, 23 de junio de 2009
Ahora todo tiene sentido..
Mis juegos inventados de niña eran geniales.
Empecé por querer planchar,;entonces cuando venía Celsa a darle una mano a mi mamá a mi casa, y yo la veía planchando, le pedía por favor que me dejara ayudarla. Y ella, que es la persona más buena que conocí, me hacía creer que de verdad yo ayudaba. Agarraba un cenicero de bronce y con eso “planchaba” las bombachas y medias. Ahí tenía 5 o 6 años, y sentía que contribuía con todos los quehaceres del hogar.
Después se me dio por agarrar mi casita de las barbies, heredada por mi prima, y donde las barbies en posición vertical jamás entraban, y donde las barbies nunca eran ‘Barbies’. Hacía de cuenta que esa casita era un altar. Se ve que en ese momento, me había pegado fuerte el tema de la comunión, y con 9 años flasheaba que yo era la sacerdote y daba una misa. Entonces, a mis osos los sentaba en mi cama mirándome sin titubear. Buscaba en la cocina galletitas Express que hacían de ostia y un vaso con agua que hacía de vino. Los llevaba a la casita de las barbies y los dejaba ahí, hasta que se diera el momento apropiado de mi misa de dar la comunión. La realidad es que de lo único que constaba el juego era de la comunión. Ni rezos, ni arrepentimientos, ni nada. Sólo recrear la situación para el momento de la ostia. Lo más tierno, o quizás lo más triste: era que juagaba sola. Pero me gustaba jugar sóla.
Y lo más estúpido que hice fue ir a gastar $5 en golosinas en el kiosko de Ana, agarrar un cajon de la verdulería, y colocar sobre eso, las golosinas compradas. Hasta ahí todo bien. El tema era que mi negocio no arrancaba. Y claro, vendía mis productos más baratos de lo que me los vendía el kiosko a mí. Pero..tenía varios clientes…Yo sólo quería jugar a ser vendedora.
Después, jugaba con Mima a que trabajábamos en una oficina, y éramos secretarias. Completábamos papeles, sacábamos turnos, usábamos la plata del Monopoly…
Ahora que soy secretaria, quiero jugar al tutifruti con Celsa.
Empecé por querer planchar,;entonces cuando venía Celsa a darle una mano a mi mamá a mi casa, y yo la veía planchando, le pedía por favor que me dejara ayudarla. Y ella, que es la persona más buena que conocí, me hacía creer que de verdad yo ayudaba. Agarraba un cenicero de bronce y con eso “planchaba” las bombachas y medias. Ahí tenía 5 o 6 años, y sentía que contribuía con todos los quehaceres del hogar.
Después se me dio por agarrar mi casita de las barbies, heredada por mi prima, y donde las barbies en posición vertical jamás entraban, y donde las barbies nunca eran ‘Barbies’. Hacía de cuenta que esa casita era un altar. Se ve que en ese momento, me había pegado fuerte el tema de la comunión, y con 9 años flasheaba que yo era la sacerdote y daba una misa. Entonces, a mis osos los sentaba en mi cama mirándome sin titubear. Buscaba en la cocina galletitas Express que hacían de ostia y un vaso con agua que hacía de vino. Los llevaba a la casita de las barbies y los dejaba ahí, hasta que se diera el momento apropiado de mi misa de dar la comunión. La realidad es que de lo único que constaba el juego era de la comunión. Ni rezos, ni arrepentimientos, ni nada. Sólo recrear la situación para el momento de la ostia. Lo más tierno, o quizás lo más triste: era que juagaba sola. Pero me gustaba jugar sóla.
Y lo más estúpido que hice fue ir a gastar $5 en golosinas en el kiosko de Ana, agarrar un cajon de la verdulería, y colocar sobre eso, las golosinas compradas. Hasta ahí todo bien. El tema era que mi negocio no arrancaba. Y claro, vendía mis productos más baratos de lo que me los vendía el kiosko a mí. Pero..tenía varios clientes…Yo sólo quería jugar a ser vendedora.
Después, jugaba con Mima a que trabajábamos en una oficina, y éramos secretarias. Completábamos papeles, sacábamos turnos, usábamos la plata del Monopoly…
Ahora que soy secretaria, quiero jugar al tutifruti con Celsa.
viernes, 5 de junio de 2009
Algún tornillo que sobre?
A veces, cuando voy caminando por mis neuronas y pienso en peces de colores, creo que puedo llegar a estar loca y todavía no haberme dado cuenta.
Pienso que todos los que me rodean montan un show estratégico para hacerme creer que está todo bien, que no hay locura, que soy un ser ''normal'', pero en realidad hago cosas entre horribles e idiotas, sumamente psicodélicas y bizarras, que repito todos los días, al menos una vez. Y de repente soy peligrosa y por ende, poderosa. Después de protagonizar hechos lamentables y avergonzantes, me olvido por completo de lo que hice y dije. El problema está cuando tengo ese segundo de lucidez que viene después de la diablura. Ese momento se dá cuando ya concluí de realizar mis maldades y perversiones y veo el enchastre que armé. Por 5 minutos veo las caras de los demás, horrorizados pero no sorprendidos. Pobres, ya están acostumbrados a la loquita del mundo, y yo ahi tomo conciencia que soy un bardo inestable y que vivo en el show de Truman.
Hasta que me muera soy reincidente, todos los días sopa, pero no lo hago a propósito. Al ratito de tragar la dolorosa realidad, me agarra un ataque, como de convulsiones y epilepsia, despierto y reanudo mi vida regular, tranquilita sin acordarme de nada, ni siquiera de lo poderosa que soy.
Pienso que todos los que me rodean montan un show estratégico para hacerme creer que está todo bien, que no hay locura, que soy un ser ''normal'', pero en realidad hago cosas entre horribles e idiotas, sumamente psicodélicas y bizarras, que repito todos los días, al menos una vez. Y de repente soy peligrosa y por ende, poderosa. Después de protagonizar hechos lamentables y avergonzantes, me olvido por completo de lo que hice y dije. El problema está cuando tengo ese segundo de lucidez que viene después de la diablura. Ese momento se dá cuando ya concluí de realizar mis maldades y perversiones y veo el enchastre que armé. Por 5 minutos veo las caras de los demás, horrorizados pero no sorprendidos. Pobres, ya están acostumbrados a la loquita del mundo, y yo ahi tomo conciencia que soy un bardo inestable y que vivo en el show de Truman.
Hasta que me muera soy reincidente, todos los días sopa, pero no lo hago a propósito. Al ratito de tragar la dolorosa realidad, me agarra un ataque, como de convulsiones y epilepsia, despierto y reanudo mi vida regular, tranquilita sin acordarme de nada, ni siquiera de lo poderosa que soy.
jueves, 4 de junio de 2009
Hola! Hola?Ah, perdón
Las horas acá, en el trabajo, son tan iguales que por momentos pienso que no saludé a algunos de mis compañeros, porque no sé si es que los vi ayer o si los vi hoy.
Y la verdad es que no me gusta la gente mal-educada, que pasa frente a uno y que miran como si fuéramos parte del decorado estable del lugar. Asi que, ante la duda, los saludo. Ellos me miran sin enteder, y ahí cuando veo su cara de 'esta nueva todavía no nos registra' yo pregunto: ‘ya nos saludamos, no?’. La respuesta es siempre afirmativa. Bienvenida a la rutina!
Encima hay una musquita mortecina, que me ataladra el coco. En on todo el día, como un zumbido, con pésimo sonido, insoportablemente aguda. Es instrumental: no la de los telos, por supuesto, sino como la de los aviones de los '90. Son hits actuales en versión instrumental. En una chota versión instrumental.
Vamos entonces con los puntos positivos:
- Siempre hay revistas:. De todo tipo: cholulaje, rolling stone, de política, etc. Las recibimos de dos maneras. 1) la chica que está en la cocina se hizo amiga de una kioskera de diarios que se re copa y se las presta por el día, 2) algunas de las chicas que trabajan acá, las reciben mensualmente, y se copan y las dejan dando vueltas.
- En las 9 horas que estoy acá metida tengo tiempo para escribir, pensar, usar internet útilmente.
- Una recepcionista copada
- Buenos y últimos modelos y última tecnoología en los típicos accesorios de oficinas (post it, clips, etc)
Pero como en la vida, una de cal y la otra de arena:
Puntos negativos:
- El olor a pucho constante es bastante hinchapelotas.
- No hay microondas
- La musiquita mortecina. Ya le dije, no?
- Códigos para ingresar a cualquier puerta. Diferentes códigos. Retener códigos.
- Silla demasiada alta repecto del escritorio
Estoy en el trabajo nuevo, ya tirando puntas para otro. Pero definitvamente no es el peor laburo que tuve. Quizás es uno de los mejores. Pero pero, no tuve mucha suerte en este tema hasta ahora. Solo hasta ahora.
Y la verdad es que no me gusta la gente mal-educada, que pasa frente a uno y que miran como si fuéramos parte del decorado estable del lugar. Asi que, ante la duda, los saludo. Ellos me miran sin enteder, y ahí cuando veo su cara de 'esta nueva todavía no nos registra' yo pregunto: ‘ya nos saludamos, no?’. La respuesta es siempre afirmativa. Bienvenida a la rutina!
Encima hay una musquita mortecina, que me ataladra el coco. En on todo el día, como un zumbido, con pésimo sonido, insoportablemente aguda. Es instrumental: no la de los telos, por supuesto, sino como la de los aviones de los '90. Son hits actuales en versión instrumental. En una chota versión instrumental.
Vamos entonces con los puntos positivos:
- Siempre hay revistas:. De todo tipo: cholulaje, rolling stone, de política, etc. Las recibimos de dos maneras. 1) la chica que está en la cocina se hizo amiga de una kioskera de diarios que se re copa y se las presta por el día, 2) algunas de las chicas que trabajan acá, las reciben mensualmente, y se copan y las dejan dando vueltas.
- En las 9 horas que estoy acá metida tengo tiempo para escribir, pensar, usar internet útilmente.
- Una recepcionista copada
- Buenos y últimos modelos y última tecnoología en los típicos accesorios de oficinas (post it, clips, etc)
Pero como en la vida, una de cal y la otra de arena:
Puntos negativos:
- El olor a pucho constante es bastante hinchapelotas.
- No hay microondas
- La musiquita mortecina. Ya le dije, no?
- Códigos para ingresar a cualquier puerta. Diferentes códigos. Retener códigos.
- Silla demasiada alta repecto del escritorio
Estoy en el trabajo nuevo, ya tirando puntas para otro. Pero definitvamente no es el peor laburo que tuve. Quizás es uno de los mejores. Pero pero, no tuve mucha suerte en este tema hasta ahora. Solo hasta ahora.
miércoles, 3 de junio de 2009
Un día (cotidiano) en la vida
Cual sardina enlatada viajé hoy en el tren. Me subí en la estación de Beccar. Ya conozco la rutina, horarios, gente de siempre. Pero me resisto, y añoro a mi amado 152 semi rapido que me tomo en la terminal cuando me quedo a dormir en lo de T.
Todo el viaje estuve haciendo equilibrio porque claro, no había ni asientos libres, ni caños para sostenerse, ni nada que no me haga sentir que estoy en el samba de la muerte. Pero no estoy en un parque de diversiones, no es tan divierto, estoy yendo a laburar, viejo! La gente seguia subiendo y yo, con una mano cuidaba la cartera y con la otra trataba de sostenerme de alguna pared. Imposible. Por todos mis costados, gente. Pero ya no eran personas, eran sólo ojos deshumanizados resignados. Viajaba como un soldadito, con las manos pegadas al cuerpo, mirando para arriba, pensando en la nada misma, y queriendo hacer crack crack con el cuello. Pero ni para eso había espacio. Ni siquiera para sacar los auriculares y escuchar música.
Mis compañeros de ruta:
adelante mío un tipo de espaldas recien bañado con el pelo mojado y perfumado. Como era más petizo que yo, su prolija caballera me daba justo en la cara y me hacía picar los ojos. Sin poder mover las manos, movía la cabeza levemente para sacármelos de encima. A 5 milímetros mio, osea mi costado izquierdo, otro tipo de espaldas hablando sobre las proteínas, calorías y sopas light, perforando con su codo y palabras mi panza vacía. Atrás mio un patova, una pared maciza, que sufría mis pocas habilidades de equilibrista. Y a mi derecha, la parlanchina matutina, que no sé con qué sopa de letras habrá desayunado pero era una radio. No paró en todo el trayecto. Hablaba con alguien a los gritos pelados por celular. Cortaba y en seguida marcaba otro número. Y otra vez la misma cantinela.
El punto positivo:
como la puerta del andén no cerraba bien (haciendo peligrar mi vida y la de otro billón de personas más) entraba una bocanada de aire helado entre las puertas. Esa cuota de oxígeno permitió que mi estadía en la tierra no terminara por un desmayo, sostenida por la presión de otros cuerpos vivos, evitando mi caída al piso, pero sin que nadie se percate.
El punto negativo:
Mal humor. Qué choto es empezar así la mañana. Estos son los días en los que quiero más que a nada en el mundo vacas, pasto y un cielo grande.
Por favor, quiero llegar, me quiero bajaaar!!
Todo el viaje estuve haciendo equilibrio porque claro, no había ni asientos libres, ni caños para sostenerse, ni nada que no me haga sentir que estoy en el samba de la muerte. Pero no estoy en un parque de diversiones, no es tan divierto, estoy yendo a laburar, viejo! La gente seguia subiendo y yo, con una mano cuidaba la cartera y con la otra trataba de sostenerme de alguna pared. Imposible. Por todos mis costados, gente. Pero ya no eran personas, eran sólo ojos deshumanizados resignados. Viajaba como un soldadito, con las manos pegadas al cuerpo, mirando para arriba, pensando en la nada misma, y queriendo hacer crack crack con el cuello. Pero ni para eso había espacio. Ni siquiera para sacar los auriculares y escuchar música.
Mis compañeros de ruta:
adelante mío un tipo de espaldas recien bañado con el pelo mojado y perfumado. Como era más petizo que yo, su prolija caballera me daba justo en la cara y me hacía picar los ojos. Sin poder mover las manos, movía la cabeza levemente para sacármelos de encima. A 5 milímetros mio, osea mi costado izquierdo, otro tipo de espaldas hablando sobre las proteínas, calorías y sopas light, perforando con su codo y palabras mi panza vacía. Atrás mio un patova, una pared maciza, que sufría mis pocas habilidades de equilibrista. Y a mi derecha, la parlanchina matutina, que no sé con qué sopa de letras habrá desayunado pero era una radio. No paró en todo el trayecto. Hablaba con alguien a los gritos pelados por celular. Cortaba y en seguida marcaba otro número. Y otra vez la misma cantinela.
El punto positivo:
como la puerta del andén no cerraba bien (haciendo peligrar mi vida y la de otro billón de personas más) entraba una bocanada de aire helado entre las puertas. Esa cuota de oxígeno permitió que mi estadía en la tierra no terminara por un desmayo, sostenida por la presión de otros cuerpos vivos, evitando mi caída al piso, pero sin que nadie se percate.
El punto negativo:
Mal humor. Qué choto es empezar así la mañana. Estos son los días en los que quiero más que a nada en el mundo vacas, pasto y un cielo grande.
Por favor, quiero llegar, me quiero bajaaar!!
martes, 2 de junio de 2009
Abrigate en la ducha
Hoy me desperté a las 6.40. Frío. Helado. Me bañé y la puerta no cerraba bien, asi que, cuando salí del microclima acuático no me sentí en Londres. Extrañé esa sensación. A veces me zarpo tanto con el agua caliente que siento que me derrite.
(Hace bastante que no lloro en la ducha. El agua verticalizado por ojos y ducha fue algunas veces mi forma de desahogarme sin que nadie lo notara. Pero es bien bizarro)
Traté de agarrar todo el calor de la ducha, y pegármelo para que las cuadras a la parada no se me hagan tan azules. Y era verdad nomás, el calor fue mi mejor abrigo y aislante, y me dio una mejor mañana, mientras caminaba por la calle con el pelo mojado, fumando cigarrillos de aire.
(Hace bastante que no lloro en la ducha. El agua verticalizado por ojos y ducha fue algunas veces mi forma de desahogarme sin que nadie lo notara. Pero es bien bizarro)
Traté de agarrar todo el calor de la ducha, y pegármelo para que las cuadras a la parada no se me hagan tan azules. Y era verdad nomás, el calor fue mi mejor abrigo y aislante, y me dio una mejor mañana, mientras caminaba por la calle con el pelo mojado, fumando cigarrillos de aire.
lunes, 1 de junio de 2009
Game Over
Ayer nos invitó Ale a conocer su departamento mega blanco en Tigre. Lo recorrimos y después bajamos un piso, y fuimos a lo de Juanjo a buscar copas para tomar un rico vino. Cuando volvimos, nos encontramos con el tablero de 'El Estanciero' sobre la mesa ratona. Ahí plasmado, y los chicos repartiendo el dinerillo. Pensé: ...suerte de principiante. Va a ser divertido, irme a dormir un domingo con victoria, es augurio de buena semana...
En total éramos 6 los jugadores. Arrancamos con los dados.
Mal arranque, pero nada tan definitivo.
Es momento de comprar. Pero tengo mala suerte y siempre caigo en casilleros de 'suerte', 'destino', o marcho presa. Grrr. Cuando me doy cuenta, sólo tengo dos propiedadas: zona norte (q cotiza como loco) y el ferrocarril San Martín.
Suerte (mala) echada.
No remonto esto con nada. Y jugar sabiendo que no vas a ser EL ESTANCIERO no es divertido.
Todo: por los dados.
Ceci, levantó con pala, pone casas, estancias, hoteles, compra la luna... Y los pobres? Decido, resignada a donarle mi plata a uno de los pobres. Game over
En total éramos 6 los jugadores. Arrancamos con los dados.
Mal arranque, pero nada tan definitivo.
Es momento de comprar. Pero tengo mala suerte y siempre caigo en casilleros de 'suerte', 'destino', o marcho presa. Grrr. Cuando me doy cuenta, sólo tengo dos propiedadas: zona norte (q cotiza como loco) y el ferrocarril San Martín.
Suerte (mala) echada.
No remonto esto con nada. Y jugar sabiendo que no vas a ser EL ESTANCIERO no es divertido.
Todo: por los dados.
Ceci, levantó con pala, pone casas, estancias, hoteles, compra la luna... Y los pobres? Decido, resignada a donarle mi plata a uno de los pobres. Game over
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