Hoy me desperté a las 6.40. Frío. Helado. Me bañé y la puerta no cerraba bien, asi que, cuando salí del microclima acuático no me sentí en Londres. Extrañé esa sensación. A veces me zarpo tanto con el agua caliente que siento que me derrite.
(Hace bastante que no lloro en la ducha. El agua verticalizado por ojos y ducha fue algunas veces mi forma de desahogarme sin que nadie lo notara. Pero es bien bizarro)
Traté de agarrar todo el calor de la ducha, y pegármelo para que las cuadras a la parada no se me hagan tan azules. Y era verdad nomás, el calor fue mi mejor abrigo y aislante, y me dio una mejor mañana, mientras caminaba por la calle con el pelo mojado, fumando cigarrillos de aire.
martes, 2 de junio de 2009
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