viernes, 17 de abril de 2009

PB

Pasillos fatigados y humedecidos, donde las paredes no me reconocen y esas calles ya no son mías, donde me encierro para sentir por un segundo que aún estoy ahí. Traidoras. Repaso de memoria, sin equivocarme: las estatuitas, los platos, los cables y los muebles. Siguen todos ahí, en el mismo lugar, mientras que yo los veo desde la ventana. Jugar de visitante es más cuesta arriba de lo que imaginaba.
Intento que no se me escape ningún detalle, y pienso en fechas y recorridos. Me corrijo y paro cuando acelero... De golpe viene alguno inesperado y lo siento como masoquismo.
Y bueno, después se dá ese momento de visitar a mi abuela. Paso al baño y a veces abro esa crema desmaquillante (tremendo error), que también sigue estando ahí pero que ya no uso…y siento su olor. Y es olor, porque se me retuercen los dedos hasta que se me acalambran, y sigue manteniéndose intacto, igual, idéntico. Es volver.
Por fin la cierro y siento otros nuevo aires. Repaso ahí en ese baño, los momentos en los que vivía en ese departamento. Miro el que era mi cuarto, pero tampoco es mío ahora. Nada de eso es mío ahora. Bajo por el ascensor y los espejos me muestran con mis 20 años y colores nuevos y excitantes.
Planta baja: cierro la puerta y estoy afuera otra vez pero con 3 años más.
Es agotador.

2006

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